Qué es el Mundo
Y Cómo un Cristiano
Puede vivir en el
J. N. Darby.
“No Améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo; si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” 1 Juan 2:15”
¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Santiago 4:4.
Para los serios y reflexivos, la pregunta surge a menudo y con sinceridad: ¿Qué es el mundo? ¿Qué es aquello de lo que debemos guardarnos sin mancha? Hay tres sentidos en los que se puede utilizar la palabra mundo; literalmente, significa el orden o sistema según el cual se gestionan los asuntos humanos en la tierra. La tierra misma se llama mundo, porque es la plataforma sobre la que funciona el sistema mundial, y las personas que viven según este sistema mundial también se llaman mundo. De este modo se pueden distinguir: el mundo como espacio, el mundo como las personas, el mundo como sistema. Cuando leemos que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, se puede entender que Él vino al mundo como espacio, y al hacerlo, necesariamente entró en contacto con el sistema del mundo que lo odiaba. Él dijo a Sus discípulos, “Vosotros no sois del mundo, como tampoco yo soy del mundo”, es decir, tu no estas bajo el sistema que gobierna, y no encontramos nuestra vida allí. El que es amigo con ese sistema es enemigo de Dios, porque se gobierna a sí mismo, no está sujeto a Dios. Tomemos, como ejemplo, el sistema militar. Cuando un hombre se alista en el ejército, encuentra que todo está previsto para él: el departamento de pagos le suministra fondos, el departamento de intendencia lo viste, el departamento de artillería lo arma y equipa. Se ha dispuesto que vaya aquí, y se aloje allí; hay horarios regulares para el ejercicio, vestirse, desfilar, pasar lista, etc., y a este sistema está obligado cuando entra en el ejército. Se le llama muy significativamente un pequeño mundo en sí mismo, su organización es completa y sistemática. Esto no es más que una débil ilustración del sistema que lo gobierna todo, llamado mundo, en el que se satisfacen todas las necesidades del hombre – cada facultad es ejercitada.
El hombre desea la sociedad; el mundo proporciona el sistema social; este es un escenario perfecto en sí mismo. La posición lo es todo, se busca con gran esfuerzo, y ningún gasto es demasiado grande para conseguirla. Contempla la gran escalera, la “Sociedad”, con sus innumerables miríadas; algunos se esfuerzan por subir más y más alto, otros por mantener acreditadamente su posición actual. ¡Qué tremendo poder para absorber el corazón y la mente posee el sistema social! Además, el hombre quiere un gobierno político, protección de la vida, de la propiedad, de los derechos; el sistema del mundo satisface plenamente esta necesidad. Y que arreglo tan completo hay para lo que llamamos negocios. El sistema de trabajo del mundo es perfectamente sorprendente. Los hombres de mera musculatura encuentran trabajo, las mentes inventivas tienen plena cabida para su “genialidad”; las almas artísticas se deleitan en su mundo de escultura, pintura, música, poesía; los estudiantes se sientan a estudiar los problemas; los escritores escriben libros; los propios deseos y lujos de algunos proporcionan medios de subsistencia para otros. Se necesitan de todos los tipos para hacer un mundo, dicen los hombres.
El hombre es una criatura muy compleja. Para la mayoría se necesitan muchas cosas diferentes en conjunto; un poco de negocios, un poco de política, un poco de sociedad, un poco de estudio, y un poco de religión. El hombre es naturalmente religioso. La palabra religión, que tanto usamos, solo aparece cinco veces en toda la Biblia. La religión no es piedad, porque los adoradores de ídolos son religiosos. La religión forma parte de la naturaleza del hombre tanto como su intelecto o su memoria; siendo por lo tanto una parte tan importante de la naturaleza del hombre, el sistema del mundo tiene una provisión especial para sus necesidades, completa en cada parte. Uno es muy sensible a las impresiones tiernas – tiene un amor por lo bello; la música fina, las ceremonias imponentes, y los ritos religiosos son provistos para tal caso. Otro es de naturaleza libre y franca; debe tener la oportunidad de dar rienda suelta a sus sentimientos. Otro es frío, reservado, razonador, le conviene una ortodoxia severa. Otro, de carácter concienzudo, y que se desprecia a sí mismo, debe hacer penitencia de una forma u otra, y sus requisitos también se cumplen y se prevén, y así sucesivamente. Hay credos y doctrinas y sectas para cada variedad de temperamento, para cada matiz del sentimiento religioso carnal.
¿Puede haber un sistema más admirable y completo? No falta nada. Suficiente alegría y satisfacción para mantener a esta gran masa de la humanidad en movimiento completamente ocupada, y medianamente contenta; sus corazones se mantienen ocupados; sus mentes se mantienen ocupadas; si una cosa falla, se proporciona otra; incluso la muerte y el duelo no se dejan fuera del cálculo, pues el sistema del mundo tiene sus arreglos de funerales, ropas de luto, visitas y notas de simpatía, y toda variedad de accesorios; y así el mundo es capaz de superar las penas en poco tiempo y ocuparse igual que antes. Ahora Dios está llevando a algunos, a muy pocos, a ver que todos estos negocios, la política, la educación, los gobiernos, la ciencia, los inventos, los ferrocarriles, los telégrafos, los acuerdos sociales, las instituciones de caridad, las reformas, la religión y todo, son del sistema del mundo. Y este sistema se perfecciona cada día más. “El progreso de la edad” no es más que el elemento mundano desarrollándose. Cualquiera que sea la relación actual de Cristo con el mundo, esa es también la del Cristiano – el lugar en el que el Señor esta arriba, y el lugar en el que no está abajo, define nuestro lugar. ¿De dónde es todo esto? – ¿Le sorprendería a algún oír que Satanás es el dios de este mundo, el príncipe de la potestad del aire, y el administrador de este estupendo sistema? Suya es la energía, suyo es el ingenio que preside, él es su príncipe. Cuando Jesucristo estaba en la tierra, el diablo vino y le ofreció a Él todos los reinos del mundo, y la gloria de ellos, porque, dijo, se me entrego a mí, y a quien yo quiero se lo doy, si por tanto tú me adoras, todo será tuyo. Aquí tenemos la cortina levantada, y el objeto real de toda la adoración religiosa humana expuesta. La Escritura lo describe como “lleno de sabiduría, perfecto en belleza”, vistiéndose a sí mismo “como un ángel de luz”. ¿Quién puede preguntarse si los hombres irreflexivos, sí, y los más pensantes, son engañados y engañan? Cuán pocos tienen los ojos abiertos para ver, por la palabra de Dios, y la unción del Espíritu Santo, lo que el mundo es realmente. Algunos piensan que han escapado de la trampa de la mundanalidad, si han renunciado a los llamados placeres mundanos, y se han hecho miembros de iglesias, o asociaciones religiosas, sin discernir que están tan inmersos en el sistema del mundo como antes, solo que Satanás, su príncipe, los ha cambiado de un departamento a otro, para calmar sus conciencias inquietas y hacer que estén más satisfechos consigo mismos.
La pregunta que surge ahora es: si estas cosas son así, ¿Cuál es el remedio? ¿Cómo va a escapar de su control los que están en el camino amplio y viven según el sistema del mundo? ¿Cómo sabremos lo que es del mundo, y lo que es de Dios? El apóstol dice, “Los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios”. El modo normal de vida del Cristiano es ser gobernado por Cristo, como el cuerpo de un hombre por su cabeza; donde hay salud, no hay movimiento de manos o pies, sino cuando la cabeza dice “muévete”. De esta manera, Jesucristo es la Cabeza del Cristiano, y está bajo Su dirección inmediata en todas las cosas pequeñas y grandes. Así es como el Cristianismo corta la raíz misma de la mundanalidad, pues la voluntad propia del hombre es el principio básico sobre el que se construye el sistema del mundo, así como el principio de la vida Cristiana es la dependencia de Dios y la obediencia a Su voluntad. El gran objetivo de Satanás es crear un sistema para el hombre que sea un perfecto sustituto de la guía del Espíritu de Dios; ésta será su obra maestra final, y ésta es la característica prominente de la gran apostasía que se aproxima rápidamente; Satanás se declarará abiertamente, y en su propia persona, dios de este mundo; una revelación completa de lo que ahora está oculto en misterio. ¿No es tiempo entonces que los Cristianos despierten del sueño, y se aseguren de no estar asociados de ninguna manera con un sistema que está madurando rápidamente para el juicio? Pero ustedes dicen, ¿Cómo podemos evitarlo? ¿No estamos obligados a estas cosas por nuestros oficios y profesiones, como miembros del gobierno y de la sociedad? “Los negocios deben ser atendidos”. Sí, esta es una necesidad que todo el mundo admite; pero fíjate, el mismo hecho de que todo el mundo lo admita, lo tacha como algo que no es de Dios.
“Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe”. La fe no mira las circunstancias exteriores, en lo que es posible o no; la fe no tiene en cuenta lo que se ve, y mira a Dios. La gente de todas partes nos dirá lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer, aquí entre los hombres, porque lo que conviene al hombre es su norma y medida; pero el hijo de Dios camina derecho, sin prestar atención a lo que dicen, porque lo que conviene a Dios es su estándar y medida. Ellos tienen el camino tan claro como puede ser, y perfectamente razonable y satisfactorio, pero eso no es nada para el que camina por la fe; él sabe que todo lo que es universalmente acordado como el camino correcto debe estar equivocado (Lucas 16:15), ese es el camino amplio.
Por ejemplo: todos dicen que un ciudadano del país, un Cristiano, debe interesarse por el gobierno del país al que pertenece, y debe votar, para ayudar a poner buenos hombres en el poder. Dios dice otra cosa; en muchos lugares y maneras me dice que, como Su hijo, no soy ciudadano de ningún país, ni miembro de una sociedad; mi ciudadanía está en el cielo, y por lo tanto tengo que ocuparme con las cosas celestiales; la cruz de Cristo me ha crucificado para el mundo, y el mundo para mí; si doy mi mente y mi corazón a estas cosas terrenales seré enemigo de la cruz de Cristo. No os conforméis al mundo. ¿Qué debemos hacer entonces con los gobiernos? Pues, someternos a ellos, ya que Dios los ordena; y cuando impongan impuestos, pagarlos; y suplicar a Dios por los reyes, y por toda autoridad. Por lo tanto, todo lo que el Cristiano debe hacer con la política es someterse a los poderes establecidos, no solo por la ira sino también a causa de la conciencia. Es cierto que en Cristo él es heredero de “todas las cosas”, incluyendo la tierra en la que el sistema del mundo tiene ahora su operación, sin embargo (como Abraham en la tierra de Canaán) Dios no le da ni siquiera para poner su pie en una herencia presente, “El justo vivirá por la fe”. Si, entonces, el verdadero hijo de Dios se niega a votar, no es tanto que piense que el voto en sí mismo es malo, sino que ha dado su voto y su interés al Hombre del cielo, a quien Dios a exaltado como Rey de reyes, y Señor de señores. Él, más allá de todo, ha perdido su interés en estas cosas, en virtud de algo que ha encontrado que es más atractivo. También ve que el mundo, en espíritu y esencia es impío, que todas sus jactanciosas reformas y mejoras tienden a excluir a Dios del corazón del hombre. Él desea permanecer como testigo de la verdad y de Dios, y del juicio venidero, en la aparición de Cristo, cuando los hombres se feliciten por la paz y seguridad. Él desea que de esta manera otros puedan aprender a través de él a escapar de la trampa con la que Satanás está atrapando a la masa de la humanidad.
Nosotros quienes somos salvados hemos de distinguirnos, como tomando parte con un Cristo rechazado, contra el mundo que lo ha crucificado; y marcados como hombres de raza celestial, irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una nación torcida y perversa, entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo. Esta es la gran misión de los hijos de Dios. Pero vivir de esta manera cuesta algo. Es ser como una sola roca en un río rápido. Todo lo que la rodea está en movimiento, todo tiende fuertemente hacia un lado; hay una presión constante, presión, presión, pero ahí está en medio de una oposición interminable, que seguramente la arrastraría, si no estuviera la Roca. Cuando aprendemos a tomar las palabra de Dios y a practicarlas, y a dar testimonio de ellas en nuestras vidas, entonces llega la tormenta. Pertenecer a una supuesta iglesia es relativamente fácil, y hacer lo que otros hacen; ser un hombre honesto y buen ciudadano no trae consigo persecución, uno puede ser todo eso y sin embargo ir con la corriente; pero brillar como luces en el mundo para Dios, provoca la enemistad del mundo; donde quiera que se vea a Cristo, en la misma medida que Él es odiado; si Él es visto en mí, yo seré odiado por ello, pero si yo disfruto de una buena reputación, si nadie tiene nada en contra de mi como Cristiano, ¿Qué entonces? Si la vida de Jesús no se manifiesta en mi cuerpo mortal, Cristo no es reconocible en mí.
El asunto es así. Cuando una persona ha llegado realmente a conocer a Dios, o más bien a ser conocida por Él, es atraída hacia arriba, por la unión con Cristo en lo alto, de la participación en las cosas del sistema del mundo, y es una pregunta adecuada, ¿Cómo él puede volver de nuevo a los elementos débiles y miserables? Ahora que se ha convertido en hijo de Dios, y tiene vida, vida eterna, en Cristo, y es uno con la Cabeza que le ha sido revelada a través de la Palabra, por el Espíritu, ¿Cómo puede interesarse por el mundo alguien que ha llegado a conocer a Dios? Si viéramos a un niño comiendo una fruta amarga y sin valor en un huerto, mientras en el árbol de al lado hay manzanas deliciosas, juzgaríamos que no conocía las buenas manzanas. Así también, si un hombre se dedica de corazón a cualquiera de las cosas que componen el sistema del hombre, ¿Podrá, nos preguntamos, conocer a Dios? Y es por esto que las palabras de Dios no vienen como ordenes definitivas: no votarás, no serás honrado en este siglo malo, sufrirás vergüenza. No, sino que son de tal manera que el discípulo amado, cuyo corazón egoísta ha sido quebrantado, y que solo quiere conocer la mente del Señor, puede descubrir el secreto estando más con Cristo, para ser más como Él, y transformado de este presente mundo malo; no como los antiguos mandamientos en la ley Levítica- haz esto, y no harás esto; sin embargo, están claramente allí, y son fácilmente discernibles si el ojo es sencillo. Esta es una provisión maravillosa, que el corazón de amor no encuentra ninguna dificultad en descubrir la voluntad de Dios, mientras que el corazón que no es sincero no puede hacer otra cosa que encontrar excusas e inventar maneras de pasar por un camino desagradable. Una buena ilustración de esto se puede encontrar en una familia: aquí hay un hijo amoroso y obediente, que aprende los caminos y la mente de su padre, y todo es muy fácil y natural para él; pero otro hijo, dejado de la misma manera, teniendo las mismas ventajas, que sabe, o podría saber; pero como solo se preocupa por complacerse a sí mismo, puede decir, no lo sabía, nunca dijiste que no debía hacer tal y tal cosa, o que no debía ir a tal lugar.
Para concluir. Es necesario estar en contacto con el sistema del mundo en algún grado, pero este contacto nunca debe ser de comunión; ¿Qué concordia puede haber entre Cristo y Belial? “No te pido que los saques del mundo, sino que lo guardes del mal”. Jesús, que no era de este mundo, sufrió y fue estrechado; la soledad y la tribulación fueron reales para Él, y lo serán para nosotros en la medida que sigamos Sus pisadas. ¿No somos demasiados los que nos sentimos cómodos y satisfechos, y disfrutamos de una atmosfera hogareña que es totalmente injustificada en este sistema impío del mundo? ¿Un hogar aquí, donde no está Cristo? Somos extranjeros y peregrinos cansados, sí, extranjeros, si somos de Cristo. Debe haber contacto con el mundo mientras estamos en este, pero ¿No estamos en contacto en muchos puntos donde no debería haber ningún contacto, y no lo habría si lleváramos en el cuerpo la muerte del Señor Jesús? Muchos son los engaños con los que el enemigo seduce el corazón, incluso de los hijos de Dios: las reuniones religiosas, el servicio, la comunión Cristiana, en todo lo cual puede participar la carne, son sustituidos por el vivir por la fe en el Hijo de Dios. Los piadosos de antaño, de los que se nos ha informado que agradaban a Dios, fueron despreciados; los despojos de todas las cosas, hasta el día de hoy, tienen su relación con los del cielo. En contraste con ellos nosotros somos honorables. Vivimos demasiado de acuerdo con el sistema del mundo como para entran en conflicto con este, y el resultado es que somos desleales como súbditos de Cristo, y escapamos a la cruz y su reproche. La palabra permanece inalterable. Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución. Hay un camino estrecho; que seamos de los “pocos” que lo encuentran. Llevamos nuestros pasaportes con nosotros. Estamos sellados por el Espíritu Santo, y solo estamos esperando el pregón para ser arrebatados al aire, para encontrarnos con el Señor y estar para siempre con Él. ¡Que bendita esperanza!
J. N. Darby.
Traducido del inglés al español por C.F.
2º revisión de la traducción por 22/11/2021