Las Siete Iglesias

Capítulo 1

(Estudio extraído de la revista “Tus Preceptos”)
R. A. Huebner

(Continuación)

Sección 6: Apocalipsis 1:12-16: Uno como el Hijo del Hombre como juez

(1:12) Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y habiéndome vuelto, vi siete lámparas de oro, (1:13) y en medio de las [siete] lámparas [uno] como [el] Hijo del Hombre, vestido con un manto que le llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con un cinto de oro: (1: 14) su cabeza y sus cabellos blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego; (1:15) y sus pies como bronce fino, como el que arde en un horno; y su voz como la voz de muchas aguas; (1:16) y teniendo en su mano derecha siete estrellas; y de su boca saliendo una espada aguda de dos filos; y su rostro como el sol brilla en su poder.

LA REVELACIÓN ES OCASIONADA POR EL FRACASO DE LA IGLESIA EN LA TIERRA VISTA EN TESTIMONIO RESPONSABLE, Y AQUÍ CRISTO ES CONSECUENTEMENTE VISTO COMO UN JUEZ

El Apocalipsis es un libro de juicio. Pedro dijo que el juicio debe comenzar en la casa de Dios (1 Ped. 4:17); es decir, en la que está más cerca de Dios, aunque la masa de gente que compone esa casa tenga ahora una mera profesión nominal.

Se ha observado con razón que la ocasión de la profecía es el fracaso. Eso significa que cuando se ha producido un fracaso con respecto a lo que Dios está haciendo, entonces se alza la voz profética, tanto recordando la fidelidad como señalando los juicios de Dios. Además, se puede presentar la gloria futura. La escritura del libro del Apocalipsis es un testimonio permanente del fracaso que se ha producido. ¿Qué fracaso? Es el fracaso y la ruina del vaso del testimonio de Dios en este mundo como portador de luz; es decir, de la iglesia en la tierra vista en testimonio[1].

Y así Cristo ha tomado una nueva posición con respecto a ese testimonio de Dios. En el Apocalipsis 1, el Hijo del Hombre, en cuyas manos se ha confiado todo el juicio (Juan 5), es visto en traje judicial.

Debemos tener en cuenta que lo que está a la vista en Apocalipsis 2 y 3 es el fracaso general, la decadencia y la ruina de la iglesia vista en la tierra en responsabilidad, como portadora de luz, con el juicio al final del camino de la iglesia en responsabilidad aquí, terminando con la remoción de los santos en el rapto (como sabemos) y la masa de la profesión entrando en el período de la tribulación y finalmente aceptando al Anticristo, todo tratado en la aparición de Cristo en gloria. Las advertencias del Juez, entonces, miran hacia el final cuando Él vendrá en juicio.

Y ME VOLVÍ PARA VER (1:12)

Debe tener un significado el hecho de que la voz como de trompeta estuviera detrás de Juan y que éste tuviera que volverse para ver lo que pertenece a Cristo y a las siete iglesias. El tema de las siete iglesias tiene un carácter diferente al de Apocalipsis 4 y siguientes, aunque Cristo y las siete iglesias también tiene necesariamente un carácter gubernamental. La diferencia se nota por las dos posiciones de Juan. Antes de volverse, su posición mira el desarrollo de los acontecimientos proféticos, y la introducción del reino, como si la época de la asamblea hubiera pasado. Pero tiene que volverse para otra cosa, a saber, para la visión de Uno como el Hijo del Hombre en carácter judicial respecto a la iglesia en la tierra vista en el testimonio responsable – como se ilustra por las siete asambleas. Y aunque esto tiene un carácter profético, el trato con las siete asambleas no está escrito como predicción de acontecimientos, como en gran parte del libro.

EN MEDIO DE SIETE LÁMPARAS DE ORO (1:13)

A continuación, cuando lleguemos al v. 20, consideraremos las siete lámparas de oro. Observamos aquí que había Uno en medio de las siete lámparas. Obviamente, Él no está dentro de cada lámpara para estar en medio de las lámparas. Esto no es como en Mateo 18:20 donde Él está en el medio en la asamblea. Aquí está en medio de las siete lámparas, la figura principal y central. Esto significa algo especial en cuanto al significado de las siete lámparas de oro.

LA DESCRIPCIÓN (1:13-16)

Como [el] Hijo de Hombre. A continuación (Apocalipsis 1:19), observamos las tres divisiones principales del libro. “Lo que has visto” es la primera división y se refiere a Apocalipsis 1, especialmente a la visión del Juez. El Señor Jesús es visto en Apocalipsis 1 como un Juez. Juan vio a uno “como [el] Hijo de Hombre”. [2]

Sin el “él” esto denota el carácter, el carácter que Él ocupa con respecto a la iglesia en la tierra vista en responsabilidad, y como tal, sujeta a juicio – en particular con respecto a la caída del primer amor en Éfeso y hasta que sea vomitada en Laodicea. La iglesia en la tierra está en una condición arruinada y moralmente Él debe tomar la posición de Juez con respecto a ella, vista en estas representativas, místicas, siete asambleas. Se le ve en un lugar característico, a saber, en medio de los siete candeleros de oro (Apocalipsis 1:13). Este es el mismo que lavó los pies de Juan (Juan 13) y en cuyo seno se había acostado (Juan 13:23).

En Juan 5:22 aprendemos que todo el juicio ha sido encomendado en las manos del Hijo porque es el Hijo del hombre. Nótese que no dice porque Él es hombre. Se queda corto al decir que el juicio está encomendado a Él porque es hombre. “Hijo del hombre” es un título amplio y es en vista de lo que significa ese título que es la base para que todo el juicio sea confiado en sus manos.[3]

El evangelio de Juan destaca especialmente Sus glorias como Dios, el Hijo. En el Apocalipsis, también escrito por Juan, vemos que se le atribuyen múltiples glorias como hombre. Aquí, tal como se presenta en Apocalipsis 1, en relación con las siete iglesias, observamos que se nombran nueve características de Aquel que es como el Hijo del hombre, y parecen caer en tres grupos de tres.

(1) Las Tres Primeras Características–”Personales”: Judiciales, Justas y Sabios.

  1. Vestido con una túnica hasta los pies. Se le ve vestido con la túnica del Juez, no ceñido para el servicio como lo vemos en Juan 13. Algunos piensan que esto es un manto sacerdotal. Aquí no tenemos una función sacerdotal.[4]

No es difícil entender una vestimenta judicial, en lugar de una vestimenta sacerdotal. Se trata de un juicio, no de una intercesión. La ruina de la iglesia en la tierra vista en el testimonio responsable es lo que Él aborda en Apocalipsis 2 y 3, y esto no es su función de sumo sacerdote. Esa es otra línea de verdad. Juan no cayó a Sus pies como muerto porque tenía una visión sacerdotal aquí. El carácter de lo que tenemos aquí se ve en Apocalipsis 2:23:

…y todas las asambleas sabrán que yo soy el que escudriña [los] riñones y [los] corazones; y os daré a cada uno según vuestras obras.

2. Ceñido por los pechos con un cinto de oro. No está ceñido a los lomos para el servicio (cp. Lucas 12:35); pero el amor (los pechos) está ceñido con la justicia (un cinturón de oro). La salida del amor está protegida (cp. Ef. 6:14) por la justicia. De ahí que leamos palabras como “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo” (Ap. 3:19). Se puede notar que los siete ángeles que tenían las siete últimas plagas también tenían un cinto de oro sobre los pechos. Hay algo judicial, no sacerdotal, en esto.

3. Su cabeza y sus cabellos son blancos como la lana blanca, como la nieve. Esto nos recuerda al Anciano de los Días (Dan. 7:9) en lugar de cómo lo ve la novia en Cantares 5:11, donde sus cabellos son negros como el cuervo. Allí se le ve como eterno, el que nunca cambia (no tiene cabellos blancos), lleno de sabiduría. Aquí se le ve, no sólo según un símbolo de madurez de juicio (aunque, naturalmente, la madurez de juicio no acompaña necesariamente a los cabellos blancos en nosotros), sino que es el Anciano de Días, así como el Hijo del hombre. Es Dios y hombre en una sola persona, pues tomó la humanidad (espíritu, alma y cuerpo) en Su persona.

(2) Las segundas Tres características– Juicio: Penetrante, Firme e Implacable.

  1. Sus ojos como llamas de fuego. (Cp. Apocalipsis 2:18; 19:12 – referido tres veces.) Los ojos, en la Escritura, hablan de inteligencia y discernimiento – aquí, en el juicio, el juicio escrutador que prueba como el fuego prueba. Cp. Heb. 4:12; Sal. 139:23,24. Pero es una llama de fuego que arroja luz, y la luz manifiesta el verdadero carácter de todo, incluido el mal que permitimos y con el que estamos relacionados.
  2. Sus pies son como el bronce fino, como el que arde en un horno. Sus pies denotan firmeza. El bronce en las Escrituras se usa típicamente para significar juicio (como en, por ejemplo, el altar de bronce); y al arder en un horno se intensifica el énfasis en el juicio de la responsabilidad[5]. Los pies indican que Él no se moverá ni se corromperá, sino que se mantiene firme en cuanto a la responsabilidad que ha de juzgar.

Sólo sus pies nunca necesitaron ni el lavatorio de pies ni el juicio, porque Él no podía ser profanado.

  1. Su voz es como la voz de muchas aguas. (Cp. Apocalipsis 14:2; 19:6 – esta figura se usa tres veces). No se trata de la voz del Amado como la escuchó la novia en Cantares. 5:2. Aquí se representa la majestuosidad abrumadora en Él (cp. Sal. 93:4; Ez. 1:24; 43:2). Como muchas aguas, no se resiste. ¿Son nuestros oídos sordos para escucharlo?

(3) Las tres terceras características – Relativas: Sosteniendo, Penetrando, Manifestando (el bien y el mal).

  1. En Su mano derecha siete estrellas. Esta es la mano del poder. Él es soberano y sostiene las siete estrellas.
  2. De Su boca sale una espada afilada de dos filos. Cp. Heb. 4:12, donde, fíjate, la espada atraviesa. Es el juicio penetrante de las palabras que salen de Su boca.
  3. Su rostro como el sol brilla en su poder. Este es el punto culminante de la descripción. Este es el rostro en el que escupen – piensa en esa audacia indecible. Este es el rostro de la autoridad suprema (el sol representa la autoridad suprema, la luna la derivada y las estrellas, la menor autoridad). La luz manifiesta el verdadero carácter de todas las cosas.

Este es Uno Quien está en medio de los candelabros, observando todo y pronunciando Su juicio. La cuestión es si ¿somos conscientes de esta posición de Cristo? ¿Lo tenemos en cuenta o lo ignoramos? ¿Afecta esto a nuestra conducta como individuos, en la asamblea, y en nuestras asociaciones con los cristianos? Ciertamente afectó a Juan, que cayó a Sus pies como muerto. Señor Jesús, danos un mayor sentido de esto, te lo pedimos.

Cuando consideremos el uso de estas características tal como se presentan ante las siete asambleas, observaremos que se usan en las primeras cuatro iglesias, pero en cuanto a las tres últimas, sólo se usa su título sobre las siete estrellas, con Sardis; mientras que en cuanto a las dos últimas asambleas, sólo se presentan características morales.

LO QUE HACE EL JUEZ

En Apocalipsis 2 y 3 el Juez pronuncia Su sentencia, pero no la ejecuta todavía. Eso espera su tiempo señalado.

Nunca tenemos la obra directa de Dios en las siete iglesias, porque Dios no puede juzgar Su propia obra. El pasa y ve como esta cosa ha resultado y como aquella; pero nunca se obtiene una intervención directa de Dios … Hace más de mil ochocientos años que se dijo de la iglesia, el juicio debe comenzar en la casa de Dios; y durante todo este tiempo Dios lo ha soportado, pero ciertamente el juicio de la iglesia vendrá[6].

Continuará, si el Señor quiere.

Editor.

Traducido por: C.F,

13-01-2022

[1] Este no es el lugar para exponer el tema de la iglesia en la tierra. “Iglesia” se utiliza en tres sentidos en la Escritura. Se refiere a lo que Cristo construye (Mt. 16:18), a la asamblea local (Mt. 18:15-20; 1 Cor. 1:2), y también a la asamblea en la tierra como en, por ejemplo, Gál. 1:13, Fil. 3:6. Pablo no perseguía a la asamblea local como tal, ni a los que ya estaban en el cielo (como Esteban). En 1 Cor. 10:12 leemos: No deis ocasión de tropiezo, ni a judíos, ni a griegos, ni a la asamblea de Dios. El independentismo tiene que forzar que esto signifique sólo en Corinto, pues de lo contrario el texto habla de algo así como la iglesia en la tierra. Los que están en el cielo son de la asamblea, pero no son considerados como en su testimonio y responsabilidad. Los santos en el cielo no sufren (1 Cor. 12:26) porque la iglesia es perseguida, y Cristo es perseguido. Sin embargo, si un miembro sufre, los demás miembros sufren con él. Es desesperante tratar de confinar estas cosas a la asamblea local para apoyar la independencia de las asambleas. El Cristo “místico”, si podemos hablar así, señalado en 1 Cor. 12:12, es la cabeza vista en conexión con los miembros en la tierra. Estas son cuestiones de la forma en que estas cosas se presentan en las Escrituras para nuestra instrucción. Esto deja a los difuntos como del cuerpo, pero no en la esfera de su actividad, que es aquí abajo. Para ilustrar esto de nuevo, observe que ésta es la visión del cuerpo en Ef. 4 igualmente: … de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido por todas las coyunturas, según [el] obrar en [su] medida de cada una de las partes, obra por sí mismo el aumento del cuerpo para su auto edificación en el amor (Ef. 4:16). Aquí “todo el cuerpo” se ve en la actividad “de cada una de las partes” trabajando. Esto no es en el cielo. Es el cuerpo visto en la tierra en actividad; y es llamado “todo el cuerpo”. Son las molestas nociones de “independencia” y “autonomía” las que interfieren con el reconocimiento de esto. La verdad no es la “autonomía local”, sino la “responsabilidad local”. Además, en 1 Cor 12:28 los dones se establecen “en la iglesia”. ¿En qué iglesia? En la iglesia en la tierra donde hay el ministerio por aquellos los dones. No hay ministerio por los dones en el cielo. Y seguramente 1 Cor. 12:28 no se refiere a Corinto, aunque sí incluye a Corinto, así como al resto de la iglesia en la tierra (1 Cor. 1:2). También debemos tener en cuenta que aunque al principio “la iglesia” y “el cuerpo” eran coextensivos, eso pronto cambió. Deja espacio en tus pensamientos para la responsabilidad de profesar el cristianismo, aunque no haya realidad. No te cargues con la idea de que hasta la última persona incluida entre los destinatarios de las cartas a las siete iglesias eran verdaderos cristianos. Deja espacio para la profesión — y para el hecho de que hay una visión de la iglesia presentada en las Escrituras, en la responsabilidad, que es más grande que “el Cuerpo”. El tiempo vendrá para la exhibición de todos los verdaderos cristianos como “…la asamblea, que es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo” (Ef. 1:23). Entonces la asamblea y el cuerpo se mostrarán como co-extensos, pues toda mera profesión en la iglesia  habrá sido barrida.

[2] En cuanto a la falta del artículo definido “el”, antes de “Hijo de hombre”, observemos algunos comentarios en una nota al pie de página en la traducción de J. N. Darby:

O ‘un Hijo de hombre’. Véase Dan. 7:13, también sin el artículo. No se trata de una semejanza con una persona que Juan conocía, sino con el personaje conocido por este título en las Escrituras. Haber visto ángeles en el cielo no habría sido ninguna maravilla, pero ver a uno como ‘Hijo de hombre’ sí lo fue. Este capítulo corresponde a Dan. 7: sólo que ahora se le veía en la tierra. Era el título que el Señor tomaba habitualmente. Esto lo hacía personal; pero en Daniel, aunque seguramente era la misma persona, era característico. Aquí también es característico. Sin embargo, la persona designada es ahora conocida, y es difícil decir “un Hijo de Hombre”, por excluir esto. “Hijo de hombre” es débil, podría significar sólo una manera; véase cap. 14:14.

El Hijo del hombre fue llevado ante el Anciano de días (Dan. 7:22). Pero el Hijo del hombre es también el Anciano de días. Esto implica la verdad de la Trinidad, aunque eso no fue revelado en el AT. E. Dennett tiene buenos comentarios sobre esto en su exposición de Daniel. Véase también Bible Treasury, New Series 8:216-218, para una buena nota sobre el título “Hijo del hombre”.

[3] El lector encontrará mucha ayuda respecto al título “Hijo del hombre” en El Tesoro de la Biblia, Nueva Serie 8:217-219.

[4] El hecho de que la palabra griega para vestimenta aquí sea la misma que la palabra griega utilizada por la traducción (griega) de la Septuaginta para la túnica del sacerdote en Ex. 28:4 no prueba que el Señor sea presentado aquí como un sacerdote, o como un sacerdote-juez. La Septuaginta de Ezequiel 9:22 utiliza la misma palabra griega para lo que llevaba el hombre del cuerno de tinta. ¿Qué prueba esto?

También se ha expresado el pensamiento de que tenemos aquí al sacerdote con los apagadores de oro para las lámparas del testimonio. Aquí tiene que ver con la luz fallida en el mundo, no en el santuario (el tabernáculo) donde, además, había un candelabro de oro de seis brazos unido al tallo central, hablando de Cristo mismo. Para el cristiano, el santuario está arriba (Heb. 8:2).

[5] Se transcriben aquí algunos pensamientos de J. N. Darby:  Sus pies, tal como se ven aquí, representan el juicio, no abstractamente divino en el santuario, sino aplicado aquí abajo a los caminos y tratos de los hombres, al pecado, en el gobierno, y esto con un carácter peculiar. Ezequiel 1:7 y Dan. 10:6 (diferente en la versión inglesa) son lo mismo; pero aquí “pasó por el fuego”. Entiendo que significa aquí que la aplicación de la justicia en el juicio al hombre fue de acuerdo con la prueba completa y absoluta del fuego de Dios (es decir, un juicio que no permite el mal). El juicio gubernamental no tiene exactamente este carácter. El bronce no se utiliza para la justicia divina inmediata – es decir, la justicia divina intrínseca como tal, permaneciendo inmutable en sí misma; para ser encontrada y satisfecha, sin duda, por lo que le conviene, pero no ejercida. Esta última está en el poder y en las formas. Pero en Cristo, este último tuvo toda la perfección que tiene o puede tener ese fuego que consume toda la escoria. En las características relativas, tenemos el mantenimiento, por su poder, de todo el poder administrativo subordinado de las iglesias; el juicio, según y por el poder de la palabra, de lo que había poseído esa palabra, y la manifestación del supremo poder soberano, en lo que respecta al mundo entero (Collected Writings 11:191, 192)

[6] Collected Writings 27:138.